miércoles, 14 de octubre de 2009

Ella imita el vuelo de los pájaros con sus ojos;
su cuerpo se contonea sigiloso
derrama luz
sobre las sombras que ella misma inventa
en interminables noches
de soledad y hastío.
Apenas un hilo de fé
mantiene vivo su fuego,
crepita dulce en un vaivén de pesadillas
que ella sortea airosa, en su andar onírico.
Camina por cualquier gran ciudad de éste mundo
entre edificios hambrientos
y avenidas exhaustas.
Ella misma se carga en su vuelo,
aves extasiadas la siguen en su ruta,
(van detrás de ésa mujer de ojos arrancados).
Silenciosa destila perfume;
en sus manos porta dádivas
que esparce por sobre la urbe infernal
como una lluvia de verano
sobre el paisaje seco y nauseabundo.
Nada borrará su estela
nadie detendrá su marcha,
paso a paso fenece
ruge angelical en su furia;
todo lastima su sombra,
agitando cantos va
impoluta
descastada
lanzada al vacío
como una exhalación.

PAULO RODDEL

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